sábado, 21 de octubre de 2006

Sesión 2.

Parece que mi prima tiene razón: me hace falta una musa. Me puse a revisar mi blog anterior y estaba muerto de la risa en muchas partes, tenía algo que hacía muchas cosas de las que escribía muy graciosas, cosa que ahora no parezco tener. Realmente no he podido superar esta crisis de escritura, lo que me está empezando a preocupar. Acudo a este blog para seguir tratando mi problema, el cual, con muchas ansias, deseo dejar atrás. Haciendo una primera observación, me doy cuenta que parto demasiado serio y estoy siendo muy racional, no está bueno eso. Segundo, qué importa cómo parta y cómo esté. Vamos Jorge, sé que puedes escribir mejor que esto. Tercero, no tengo temas específicos sobre los cuales escribir, lo que le quita todo lo bueno que esto podría tener, al dejar todo como prácticamente el resumen de mi semana (o mes en este caso, ya que tengo re botado a mi amigo).

Todo tema que se me ocurre lo veo por el lado de la pelea, no estoy como antes, que me tomaba las cosas a la ligera y decía cada estupidez, pero que realmente pegaba, debido a su buena redacción...
Podría hablar del recital de Robbie Williams, sí, como continuación de la terapia ayudaría bastante.

Me tomo una línea (de espacio (en una de esas me falta otra línea)) para tratar de empezar de cero, con el estilo que me caracterizaba.
Bueno, todo surgió un día sábado 7 de octubre (creo, podría haber sido el viernes también, pero no lo creo), tres días antes del recital de Robbie Williams en Chile. Una amiga estuvo en problemas el día anterior y por lo mismo viajó así de súbito a su ciudad natal (creo, siento si me equivoco, y si no, lo siento por estar haciendo esta corrección que me deja mal), por lo que funó todos los planes de una ida a Vichuquén 2006 que teníamos un grupo de bachiamigos (llamados así en la wena onda... no diré nada de la mala onda). Por lo mismo, y corto de plata, pude mover mi cupo al recital... llamé a quien iba a pasar la casa (a lo mejor no la pura casa) y le dije (le pedí, de manera más linda) que me comprara una entrada en Andes para ver a Robbie como de un milímetro. No me puso problema alguno (gracias por eso) y nada, luego tenía que ir a buscarla a ticketmaster.

Pero no todo podía ser color de rosas, no no. Resulta que una niñita Equis, autodenominada fanática de Robbie Williams, se enoja conmigo porque, al decirle que no iba a ir un par de semanas antes (debido a la falta de dinero (anteriormente mencionada), donde el poco que había lo destiné a un viaje piola con amigos) se bajó. En pocas palabras, contaba conmigo para ir a un recital, independiente de que era fanática de Robbie (no tanto como yo). Afortunadamente, yo y mi seguridad (ya está grandecita, dice papá) le dijimos: "no, quedan entradas todavía, así que irás conmigo al recital." Al otro día (que creo era domingo) me levanté temprano para acompañarla a comprar su entrada, la que efectivamente estaba. Tuve miedo en el momento que vi el falabella cerrado, ahí quería cortarme uno. Pero afortunadamente Equis la pensó bien y me dijo "Vamos al Hoyts." Y ahí habían.

Llegado el martes 10 de octubre, fui a clases en la mañana, a hacer nada, me junté con Equis al rato después, y nos fuimos al estadio. Llegamos como a las tres, y nos encontramos con otras dos niñas bachiamigas que estaban riéndose en la fila. Nosotros claramente nos colamos, y luego me junté con la polola del hermano de una amiga de mi hermana (sí, hay gente que pololea (y sí, estoy para los mandados, cualquier cosa)) y también la colé (le dije "yo te colo y tú me colas."). A las 4 de la tarde (luego que llené mi cara y bracitos lindos de bloqueador (ante la mirada atónita de las mujeres, que creían que yo era una más), me puse un gorro y tomé como dos litros de agua), abrieron las puertas del estadio, pasamos las entradas y nos revisaron. La férrea revisión del hombre se saltó una botella simplemente porque la dejé debajo de un chaleco. No me hicieron botar nada, como la otra vez que fui al estadio (bueno, a mí tampoco me hicieron botar algo en realidad, me calzaron con cosas (para variar), pero que no eran mías) para el partido de fútbol que está en el otro blog (ah bueno no les gusta llegar tarde?). Luego de la exhasutiva revisión, yo hice un conteo de personas rápido y no estaban las bachiamigas. Se habían esfumado: se fueron corriendo a la cancha VIP (se perdió una buena talla aquí (eso pasa por no leer desde el comienzo, ahora estarían muertos de la risa), pero no para dos personas (ahí hay otra (más weon que anunciar las tallas))). Como no hubo nada más que hacer, empezamos a caminar (todos a Andes), hacia la puerta 20 (después sabríamos que era esa puerta, pero me adelanté, con efectos de relleno), mientras veíamos a monitos corriendo (no ustedes chicas) para agarrar un buen puesto en cancha (a medida que caminaba y veía a todo el mundo corriendo, me acordé del comercial que dice: "no corren los que avanzan" y de manera ilusa creía estar avanzando, y moví más mis brazos cuando caminaba para darme ínfulas de superioridad (que me sobran)). Nos detuvimos en un stand que vendía sus discos mucho más baratos (así como si los compraras en Argentina) y Equis se compró uno y quedó loca. Quería comprarse otro, pero no tenía plata. Finalmente llegamos a la fila (que era re larga porque los weones no corrimos), y empezamos a dar jugo: "Ojalá cante A!" "No, en la gira no canta A, yo tengo el recital que hizo en Alfa y no la cantaba... C sí" "C!! Qué wena, adoro C" "Sí, yo igual" (ahí las dudas si yo era niña se fueron: lo era) "A mí me gusta una canción que no canta nunca, del disco w, que es H" "¿En serio? A mí no me gusta mucho esa..." "Buu" "Pero w es entero weno, igual que él." (ese no era yo) En fin, la espera no fue tan larga. Pasamos, con el caregallo (no de cock) como fiel acompañante. Como a las 4:30 ya teníamos nuestro puesto guardado. Lo bacán de todo esto es que no sólo me calzan con una persona, me calzan con diez. Tuvimos que guardar como doce puestos entre los tres para gente que ni siquiera conocía (ah claro, y mi hermana también, la había olvidado).

Sentado en un momento de paz y con el sol en la cara, me dije "¿qué hago?" (en realidad no me lo dije, me lo pregunté) No encontré nada mejor que hacer que ponerme a estudiar macroeconomía, ya que al otro día tenía un control. Estoy de lo mejor, leyendo como la tercera página, más prendido que nunca, cuando me llega un mensaje de texto. Eran las bachiweo-- amigas!! Yo me dije: "¿cómo mierda ven?" (de nuevo: en realidad no me lo dije, me lo pregunté) y les pegué un llamado. Ahí nos encontramos con la vista (gracias a mis maravillosas indicaciones: "mira al foco, ahora a los palitos de las banderas (buen manejo del lenguaje), ¿te fijas que unos no tienen bandera? Síguelos hacia tu izquierda y vas a ver uno que sí tiene. Luego baja con la mirada y vas a ver a un weon moviendo un gorro y moviéndose entero." Igual me cachó po, eso era lo importante.) y nada, tiramos la talla un rato, ellas, a 20 cm. de RW, mientras Equis, Ele y yo a cuatrocientos metros. En fin, no pude volver a leer macro, guardé las cosas y me puse a esperar.

Poco a poco fueron llegando las personas a quienes les habíamos guardado el asiento, yo secretamente esperando a una mujer de veinte años (uno más o uno menos, igual no me enojo) y mononita (no pido tanto), pero no pasa nada, puras "adultas jóvenes" (para que no me digan nada) que mejor no. En fin, poco a poco se fue llenando el estadio-- me acabo de acordar un momento en que una niña (de esas que mencioné) nos pregunta si esos asientos estaban ocupados, yo le dije "sí" e inmediatamente dije "me encantaría que no [estuvieran ocupados]." No sé si me escuchó, pero creo que pudo haberlo hecho, calculé la proxémica como mínima, para que hubiese chance. Eso. Sonaba más audaz en mi cabeza.

Al final se fue llenando la cosa y como es una gran costumbre, aparecieron los maniceros, los bebideros (no los bebederos) y los heladeros, los grandes ganadores de la noche. Para rematarla, llegó el hombre vendiendo papas fritas y la señora con el jamón palta. Cuando mi hermana quiso un maní, y el hombre se iba yendo, grité "¡MANÍ!" Y me escuchó. Lo malo es que cuando quiso papas fritas, no podía gritar "¡PAPA FRITA!", porque si lo hacía se iba a dar vuelta todo el estadio. Así que esperé que llegara, pacientemente. "¿A cuánto el maní?" "A $500" "Ah, conveniente, deme uno" "¿A cuánto la papa frita?" "A luca y a mil" "Me la pone difícil, deme una de mil." Y así fue pasando la tarde. Mi hermana me compró un jamón palta que tramité para comerme, debido a que no quería comer aun. Anochecía en Santiago, la guatita me sonaba y la espera se acababa. Me puse el chaleco, me comí el pan, y las pantallas se encendieron. Las pruebas de luces comenzaron, la gente se apelotonaba en las canchas a secas y VIP y todo parecía estar listo.

7:30... 8:00... 8:21... El Sapito Livingstone se moriría al ver lo que estaba ocurriendo: las escaleras se llenaban de gente que sin prudencia se sentaba, justo me tocó una niña más o menos encachada, pero no le di bola, estaba sentada donde no debía, y además yo estaba hecho una niña. 8:43... 8:56... 9:00!!!
Yo me dije "igual esperaremos unos cinco minutos..." Tapabocas al instante, las luces se apagan y la gente se vuelve loca, incluidos Equis (que estaba a mi lado) y yo. Mi brazo izquierdo comenzó a sufrir apretones de Equis, debido a la excitación que sentía. Aparece de la nada (y en un lugar que nadie esperaba) el señor Robert Williams. Comienza el show.

Estoy más cansado que la ñoña. En vez de dejarlo como borrador, lo voy a postear como primera parte, total igual quedó decente. Nos vemos muy luego (espero) con la segunda mitad.


Hermana de Jorge y Jorge
(esa foto no la tomé yo, y la risa es real)