domingo, 24 de febrero de 2008

Vacaciones 2008: La ida, segunda parte y final.

Anteriormente, en el blog sin nombre...

Fui invitado de vacaciones a Tongoy, y muchas cosas salieron mal: tomé el bus equivocado que me dejaría apenas a mitad de camino, todo por confiado y porque después nadie me dijo que estaba mal. Entonces ahí estaba, estancado en Los Vilos y esperando el bus de la salvación que me llevara a mi destino.

Mi quemado de camionero se desarrolló más temprano de lo esperado, ya que las horas pasaban y ningún bus útil pasaba. Pasaron muchos buses hacia Salamanca, un lugar que apenas había escuchado. No tenía idea que tanta gente necesitaba trasladarse a dicha localidad, quizás qué hay allá de bueno, espero saberlo algún día. Así pasaban los minutos y la gente se rotaba, es decir, unos se iban y otros llegaban, dejando al grupo en una cantidad cercana a las 10 personas. En un momento llegó una madre con su hija (eso parecía) y ese encuentro fue bastante especial. La señora estaba un poco molesta de tener que haber llegado ahí, mientras su hija (eso parecía) permanecía en silencio. No recuerdo dónde tenían que ir, pero debían tomar otro bus, tal como este servidor. La señora hace una llamada telefónica que me marcará de por vida (al igual que a los otros 8 que estábamos allí). Asumo que estaba hablando con su marido, a quien le dice algo así como: "hola, sabes que estoy aca en Los Vilos y resulta que tengo que tomar un bus para (insertar acá el destino)..." Sonaba alterada, pero no más de lo normal. Hasta ese momento. Inmediatamente después de eso cambia el tono de voz a uno patológicamente molesto: "¡¡¿¿Y TÚ CREÍ QUE YO TENGO MUCHA PLATA WEON??!! AH, CLARO... TENGO QUE LLEGAR A (insertar nuevamente el destino) Y ESTOY ACÁ EN LOS VILOS!!!!..." Cada uno de nosotros se trató de hacer el leso, mientras la pobre niña observaba en silencio. Y como si lo anterior hubiese sido poco, ahora viene un nuevo giro en la conversación. La señora adopta un tono calmado en un nanosegundo y cambia el tema "Ya... y lo otro que te iba a decir era..." ¡¡¡Y LE HABLÓ DE OTRA COSA NADA QUE VER!!! Creo que era algo de ir al supermercado o algo así. Luego (para rematarla), volvió a su tono patológico y volvió a putear al pobre, tratándolo de aweonao, entre otras cosas. Realmente la llamada era asombrosa.

En fin. Después de eso no pasó mucho rato (ya era tarde en todo caso, el sol ya se estaba poniendo) hasta que por fin apareció el bus que me llevaría al norte, con destino final (UUUU) La Serena. La compañía era Tur-Bus, la que me dijeron desde un comienzo que tomara, y que ahora me llegaba a salvar. Paso mi bolso y me subo muy rápidamente, tanto que hasta dudé si le pasé el bolso a la persona indicada. Una vez arriba del bus, sentadito y contento, contesto una nueva llamada de mi tío, le digo inmediatamente que estoy arriba del bus, y él me da nuevas indicaciones para llegar donde tenía que llegar. Cuelgo e inmediatamente llamo a mi casa para avisar que estaba bien. La nueva travesía consistía entonces en bajarme en Coquimbo y tomar un colectivo para Tongoy. "Perfecto", decía yo, "en unas cuantas horas esto se habrá acabado." Pasaban los minutos y apareció el auxiliar del bus. Me pregunto dónde iba, y le conté mi historia. Me dijo que me bajara en el hospital de Coquimbo, y que allí buscara colectivos para llegar donde me dirigía. Me cobró $4000, que sumados a los $5000 que me cobró Aristóteles (el primer sabio de Pullman Bus), hacían interesante el viaje desde el punto de vista económico. Por lo menos hasta ese momento.

Luego de haber arreglado todo eso, una pelicula comenzó a mostrarse en el bus, que a pesar de estar escuchando música y tratando efectivamente de no verla, terminé viéndola igual. Se llamaba Redline (gracias imdb.com) y era bien malita. Buscaba meter romance y una insulsa historia familiar en el mundo de las carreras y de apuestas de millones de dólares (a la Fast & Furious) de una manera un poco forzada. En la hora y pico (chan) que duraba la película me dieron un brownie para comer, me sirvieron un vaso de té (con mucha azúcar) y claro, mi tío volvio a llamar un par de veces. Francamente, yo no encontraba qué decirle luego de haberle dejado claro que estaba arriba de un bus y que eventualmente llegaría a alguna parte, pero que necesitaba tiempo para aquello: "¿Dónde estay?"..."No cacho bien, creo que pasamos una ciudad que no es Coquimbo (porque he estado ahi y podria cachar que es (en serio, podría)) y bueno, el auxiliar me dijo que me bajaría en esa ciudad así que no creo que lo haya olvidado (entre otras cosas, porque lo anotó)" "Ya... fijate bien"... "..." "Oye, no te pongai nervioso" "No tío, si no estoy--"..."Y cuídate, ya chao."

Más tarde, una vez saciadas tanto mi hambre como mis ganas de ver una pelicula deficiente, me dediqué a mirar el cielo nortino mientras escuchaba a Josh Radin en mi mp4, mi fiel acompañante. En ciertos momentos esperaba caer bajo un sueño que me dejara descansar unos minutos de la tontera que estaba pasando y de la difícil posición en la que coloqué a un par de miembros de mi familia... pero al final no dormí (capaz que me hubiese pasado...). Miraba el precioso cielo estrellado de alguna parte entre Tongoy y Los Vilos (tecnicamente esto es correcto) y sólo podía esperar llegar luego. De repente, veo que pasamos un desvío que decia Tongoy, y pensé de inmediato en lo que me esperaba: llegar a Coquimbo y devolverme, para finalmente (¡¡¡AHORA SÍ!!!) llegar. Una nueva llamada de mi tío me obligó a contar lo mismo que acabo de decir.

Entonces más tarde llegué a Coquimbo, donde me dejaron en la parte alta de la ciudad, un lugar con casas relativamente nuevas y bien mononas. El auxiliar me aseguró que pasaría algo y me llevaría a alguna otra parte, para así poder llegar donde, a estas alturas, ya se hacía necesario llegar. Evidentemente, la llamada de mi tío no se hizo esperar. A todo esto, si bien he bromeado bastante con el hecho de recibir innumerables llamadas de mi tío, debo decir también (y esto seriamente) que si no hubiese sido por algunas de esas oportunas llamadas, no habría llegado de la manera que lo hice a Tongoy, sano y salvo. Esta llamada en particular fue de gran ayuda, ya que hizo que me moviera de allí y buscara un taxi que me llevara al centro, porque de los 3 minutos que estuve parado en ese paradero, nada que me sirviera pasó. Así que me moví, pero lentamente. Luego de preguntar en una Copec donde diantres estaba el terminal de buses, crucé la calle y me detuve en una parada de taxis. Un joven tocaba guitarra y se veía tan solo y aventurado como yo (el más aventurado po), así que decidí tomar un descanso y escucharlo inventar cualquier cosa. No era el mejor guitarrista de la vida, y hasta me dieron ganas de quitarle su instrumento (la guitarra) y dar jugo, pero en ese momento volví a la realidad: debía moverme.

No sé por qué dejé pasar un número indeterminado de taxis hasta que finalmente levanté la mano. Me paró un taxi que atrás iba lleno, pero que adelante tenía espacio para mí, mi mochila y mi bolso. 'Al terminal de buses', exclamé. Recibí una respuesta afirmativa (cuaquier cosa era mejor que 'voy completo') y me subí. Despues de algunas cuadras recorridas (no muchas, si el camino no fue mucho) el taxista pregunta '¿de vacaciones, Cumpa?' a lo que yo respondo que claro. Le conté parte de mi historia (obviando lo necesario para no quedar como un verdadero idiota) y el caballero ayudó aun más a mi tranquilidad al decirme que era altamente probable que hubiese algun colectivo que me llevara a Tongoy. Llegamos al rodoviario de Coquimbo y bueno, me bajé, pagué los 600 pesos de la carrera y el amigo siguió su camino con los que creo eran turistas peruanos. Lo poco que hablaron fue en un acento parecido y se veían como que los estaba llevando en una especie de viaje largo. Tenía que pararle el dedo justo a ese taxi, ¿cierto?

En el terminal habían unos cuantos buses a punto de iniciar los últimos viajes de la noche. Era más de la medianoche y los viajes se acababan por el momento (iba a decir 'por el día', pero el nuevo día acababa de comenzar). Así fuimos quedando pocas personas, todas agrupadas cerca de los taxis. Veia que llegaba uno y en vez de salir con gente, se bajaban a hacer algo. Pasaron como 10 minutos, y hable con mi tío nuevamente. Él se estaba moviendo para hablar con un familiar que vivía en la ciudad para ver la posibilidad de alojarme en su casa. No hubo éxito. Así pasaron los minutos y cuando llegó un nuevo taxi, decidí hacer algo. El siguiente taxi traía al conductor víctima de mis intentos por llegar a Tongoy. El conductor era muy parecido a James Caan (Sonny de El Padrino; el encargado del casino Montecito en la (recién cancelada) serie Las Vegas (esto hasta la temporada anterior, porque el caballero renunció)). Motivado le pregunté si existía la posibilidad que me fueran a dejar a Tongoy. James me dio todas las esperanzas del mundo mientras me decía que por supuesto que sí, que sólo tenia que esperar a lo más una media hora, pero que no existía ningún problema en el mundo. Poco antes le había hablado a una niña sólo para hablar con ella (por si las probabilidades se mostraban indulgentes conmigo, casi como cuando me da por jugar Loto) y ella se había encargado de echarme el avión abajo: 'Quiero llegar a Tongoy', 'Bien difícil lo veo...' Me hubiese visto después que el señor Caan me dejó arriba: quería sacarle la lengua a la joven, pero no la volví a ver. Ella quería ir a la parte alta... si supiera que no hay nada que tomar para la vuelta. James me hizo sentir como en casa, me dijo que esperara en la central y me llevó consigo. Me dijo que él mismo no me podría ir a dejar, ya que estaba esperando a una señora que llegaba como a las 1:30 o algo así (quizas era más tarde, tipín 2) a quien le tenía las llaves de su casa. La famosa central era un local del mismo terminal. Me dijeron que entrara y que viera la tele por mientras. El encargado de la central veia Morandé con Compañía, así que mostré mi inmediato interés en ver la caja idiota. Afortunadamente, muy poco (de hecho, sorprendentemente poco) más tarde llega un caballero pelado (sin ofender, ya me va a tocar a mí) y el señor Caan le advierte sobre mi presencia: yo estaba primero que unas cuantas ordenes locales.

Así que partimos. ¿Se acuerdan que dije que el viaje estaba saliendo económicamente conveniente hasta el momento? Bueno, caminamos al auto mientras explico mi situación, y cuando estoy echando mi bolso en el portamaletas, escucho el notición económico que me traspaso el corazón: '¿Y cuánto sale la carrera?'...'DIECIOCHO'. No daba para pensar otra cosa (a menos que al caballero le gustara expresar sus cifras en centenas, algo un poco improbable). Tragué saliva y le di pa delante nomás. No me iba a echar para atrás tan cerca de mi destino. Afortunadamente andaba con esa plata y bueno, le tuve que decir adiós. Arriba del taxi, me explayé de mejor manera en mi historia, poniendo estricto énfasis en que era una víctima de gente que me arrastró en su manto de ignorancia... todo para pedirle una rebaja. En un momento intenté pedirle una, pero fue infructuoso: el asalto estaba llevándose a cabo. Cambié el tema y conversamos un poco de ambos, para hacerlo sentirse cercano a mí... y pedirle una rebaja. Pero no resultó. Una media hora después, y luego de haberme comunicado con la persona que se mandó el error geográfico (a quien le exigí una indemnización por aquello, error que me costó 18 lucas más) así como también con mi tío, llegamos a Tongoy.

Una vez allí, la nueva problemática surgió para llegar donde tenía que ir, un conjunto de cabañas. Preguntamos en los carabineros y uno se hizo el leso y adujo que llevaba poco tiempo ahí o algo así, mientras el otro comenzó a explicarnos. Digo que el primero se hizo el leso porque luego se puso a ayudar en las indicaciones que nos daba el segundo paco. No nos sirvieron mucho las indicaciones, asi que me comuniqué con mi tío, esperando mejores. Me anduve equivocando: 'Tiene que subir el cerro y doblar para acá', 'Pero tío, no lo veo, dígame hacia dónde debemos doblar.' El taxista se involucró: 'A ver, pásame con tu tío...', 'Mire, tome la calle Urmeneta y siga derecho para acá', 'Pero caballero, para usted es fácil decir eso, deme buenas indicaciones'... La cosa es que luego de unos minutos dando vueltas por el cerro, nos ubicamos. Una vez me bajé y saqué mi maleta del auto, pensé en volver a regatear, pero lo deseché de inmediato: ya daba lo mismo. Así, saqué mi dinero, un poco triste de no volverlo a ver, y se lo entregué al caballero, quien me dio un apretón de manos y me deseó lo mejor. Habia llegado a mi destino: Tongoy.

PD: Este capítulo se lo dedico a mi amigo momo, quien sufrió un accidente que asustó a mucha gente (incluyéndome), ya que quedó bastante molido e incluso existía la posibilidad que le amputaran una pierna. Menos mal que se fue del Sótero del Río y donde está ahora está casi como rey, se ha recuperado rápido y su pierna está bien. A mi moreteado socio, va esto con cariño. También un saludo a cagón, uno de mis más fieles lectores, quien se va de Chile el 4 de marzo para SIEMPRE. Buena suerte.

lunes, 11 de febrero de 2008

Vacaciones 2008: La ida, primera parte.

Hola a todos. Sorprende el hecho de dedicar un tema a las vacaciones, dado que en realidad siempre me quejo de lo poco que salgo (lo que sigue siendo cierto) y que en realidad la primera palabra del título debería comenzar con una C. Sin embargo, la semana recién pasada tuve la suerte que me invitaran a Tongoy por unos días, cosa que sin duda aproveché, y ahora tengo un par de cositas para contar. Dividiré mi próximo relato en varias partes, probablemente tres o cuatro, y la ida constará de dos partes, porque en realidad este momento puede ser considerado como un capítulo en sí mismo, lleno de estupidez, risas, suspenso y más estupidez. Allá vamos.

Corría el domingo 3 de febrero de 2008. Yo trabajaba en lo que tenía que hacer, cuando de repente me llegó un mensaje de texto de mi primo. Estaba invitado a Tongoy, donde estaban unos tíos míos y sus hijos, y otra prima. Respondí de inmediato que sí ya que era la única oportunidad de salir que tendría, supuestamente febrero será un mes donde haré muchas cosas, pero de nuevo, es mi familia la que me dijo eso, así que hay que tomárselo con mesura. De todos modos ya encontré formas de no aburrirme en casa. Al otro día entonces me aventuré: salí de mi casa con el bolso en la espalda y mi mochila en la guata (donde llevaba un par de lecturas y mi cuaderno regalón, el de los Detroit Pistons (campeones de la conferencia del este este año, ya verán), ya que debía arreglar algunas cosas en el trabajo que estoy haciendo), dispuesto a irme a la cuarta región y pasarlo bien.

Estación Metro Tobalaba. Llamo a Tongoy para informar sobre la hora, disponibilidad de pasajes que internet me proveyó y que me iba yendo (oj). Me bajo en Estación Central y como es costumbre, me perdí. Pero nada que diez minutos caminando no arreglen. "Finalmente" llego al Terminal Alameda (donde me dijeron que fuera), pregunto en Tur-Bus y no hay pasajes. Me voy a Pullman Bus y me dicen que vaya al terminal San Borja (mi destino desde el primer momento). Así que vuelvo a la Estación Central y camino todo lo que hay que caminar para dentro del Paseo Estación para llegar allá. No conocía dicho terminal, y debo decir que es gigante (mejor dicho, será gigante) y me gustó mucho, porque creo que quedará re weno. Sin embargo (y desviándome un poco del tema) me asombra la estupidez de colocar el terminal de buses más grande de Latinoamérica (según ellos) en el centro, donde te demoras como 15 minutos más tanto salir como entrar de Santiago, además de contaminar de todas las maneras posibles. Pero en fin... líos con platas, mejor no meterse. Volviendo a mi historia, llego al San Borja, y en Pullman Bus tampoco tenían pasajes, hasta el otro día. Ojo con lo que sigue. Entonces le pedí para el 5. Le dije que me viera para Tongoy, y no había nada. Entonces le dije que me diera uno para Los Vilos. El connoisseur de la empresa entonces me preguntó si me servía, y yo le dije que sí, porque como se me dijo, Tongoy estaba antes que Los Vilos. Al no haber refutación, el pasaje fue vendido y la transacción fue hecha. Me devolví a mi casa tranquilo, ya que, si bien no me había ido ese día, me iría al otro día (uf).

Al otro día ocurrió lo mismo: el hombre equeco tomó sus cosas y partió, tranquilo, al terminal San Borja. El bus saldría a las 3 de la tarde. Llegué casi 20 minutos antes y me senté a esperar. Mientras esperaba me compré una coca-cola de medio litro (las recomiendo ya que salen heladísimas de la máquina, cosa que me encanta) y obviamente, me saqué las cosas de la espalda. En la espera vi una máquina de Tur-Bus que decía Tongoy, en ese momento pensé que probablemente debí de haber comprado boleto en ese bus. Pero permanecí imperturbable ya que me iría pronto (...). Y dieron las 3 y el bus no apareció. Se acabó la bebida, se fue el Tur-Bus y bueno, sólo cabía seguir esperando. La gente a mi lado también esperaba ese bus, así que permanecí en calma. Finalmente llegó el famoso bus y, como es debido, nos subimos. Al momento de pasar las maletas se me preguntó a dónde iba, y yo dije confiado "Tongoy". El segundo connoiseur me dijo algo como "entonces te dejamos en el cruce" y metió mi maleta dentro de la máquina. Salimos del terminal como a las 3:40 con destino a Los Vilos, y yo, obviamente, me iba a bajar antes, en el famoso cruce.

Ahora llegó el momento de hacer la pausa que algunos estaban esperando. Felicitaciones a quienes se dieron cuenta (excepto mi prima, a menos que lo haya sabido) del horroroso fallo geográfico que cometí tanto yo como el vendedor de Pullman Bus, así como también el encargado de las maletas del bus que tomé. Resulta que Los Vilos queda mucho más al sur que Tongoy, de hecho, es la comuna más al sur en la IV región, mientras que Tongoy queda bastante más arriba, en el tercio superior de la región (si se quiere), en la región de Coquimbo. ¿Por qué cometí tal error? Por confiado. Dos personas, cuyas identidades no revelaré, me dijeron con absoluta confianza que Tongoy estaba antes de Los Vilos. Yo creí de inmediato cuando la recomendación vino de una persona que va continuadas veces a esta última localidad. De todos modos, asumo parte de la culpa al no ser incrédulo, ya que nunca busqué en ningún mapa (y además, absolutamente nadie me dijo lo contrario) si esto era cierto. Así no más son las cosas.

Entonces estaba yo metido en ese bus que me dejaría casi a mitad de camino. Yo leía un texto sobre el ordenamiento partidario chileno en el siglo pasado y escuchaba música, tranquilo y enfocado en arreglar lo que me habían pedido del trabajo, cuando poco a poco me voy dando cuenta de mi error. Iba más de una hora de viaje cuando por alguna razón me di cuenta de un probable error en mi geografía. Más tarde hablé con el sabio asistente del bus (asombrado por su sabiduría me dieron ganas de conocerlo mejor) y asesorado por el conductor (quien era el único que sabía lo que estaba haciendo (menos mal)) me dijeron lo que siempre fue lo cierto: Tongoy está después (muy después) de Los Vilos. Tranquilo, como he estado todo este tiempo, recibí la noticia, que ya había sido preparada por mi hermana, quien me llamó luego que yo le mandé un mensaje de texto con la posibilidad de un error en los cálculos.

Llegamos a Los Vilos sin novedad, excepto del hecho que no sabía qué diantres hacer en una comuna que pisaba por primera vez en mi vida, y solo. Le pregunté al amigo qué podía hacer ahora, y demostró no ser tan terriblemente estúpido: me dijo que viera si habían pasajes en el terminal (wow, pero ahora viene lo realmente importante) y que si no me dirigiera a la Shell que estaba a la entrada de la ciudad, donde había la posibilidad que algún bus pasara y me llevara más cerca de mi destino final (uuuu). En el terminal pregunté (a un hombre muy parecido al niño que sale en la saga de Spy Kids, ese ruliento feo) y no habían pasajes hasta el otro día, con lo que me urgí un poco. Pero hice de tripas corazones y me animé a caminar en dirección a la Copec, ya que, de acuerdo a las indicaciones de Einstein, a la izquierda estaba la Shell. Con mi mp4 puesto caminé bajo el moderado calor de la cuarta región (que es lejos mejor que el de Santiago), dándome ánimo y diciéndome que todo saldría bien. Hasta Muse se puso con la causa: Follow through/make your dreams come true/don't give up the fight/you will be alright/'cause there's no one like you in the universe. Era imposible sentirse mal.

Así, caminando, llegué a la famosa Shell, luego de dudar un par de veces si es que había tomado el camino correcto. Una vez allí, crucé la calle y me uní a un grupo reducido de personas (digamos que eran 5). Rápidamente pregunté a una señora si estaba bien donde estaba: mi intención era tomar un bus que me llevara a Tongoy. "¿A dónde?", fue la respuesta. Repetí mi destino, y me dijeron que debía tomar un bus en dirección a La Serena, y bajarme antes (cuento repetido, pensé). La señora era bien simpática e incluso me ofreció la mitad de una empanada que se compró, la cual yo rechacé. Ella iba a, si no me equivoco, el sector llamado El Palmar, que no tengo idea donde queda (si es que existe).

Así pasaron los minutos. Mi tío llamaba constantemente (quizá demasiado), mientras pasaban buses para Illapel, Salamanca, Ovalle, pero ninguno hacia La Serena. La señora al parecer llevaba su mercadería para la casa, ya que iba muy cargada. De repente llegó un bus que decía Arica. De inmediato pensé "acá sí que estoy seguro, de más que Tongoy queda antes de Arica", y fui (luego que la señora arbitrariamente decidiera que las peticiones eran una ella y una yo (ella había partido con otro bus un rato atrás)). Me acerco al asistente y le digo "Caballero, ¿pasa por Tongoy?" Recibo como respuesta algo que no entendí y luego un "completo." Sólo atino a buscar confirmación: "¿sí, pasa?" Escucho con mucho esfuerzo un desinteresado "voy completo." Mis ganas de tomar un bus me tomaron el pelo y asumí que hacía alguna especie de recorrido completo, es decir, que pasaba por Tongoy y por todos los caminos del mundo en su ruta hacia Arica (en el momento sonaba mucho más lógico). Para volver a buscar confirmación (lo que prueba en parte cómo soy) pregunté nuevamente, y ahí el caballero se detuvo y me dijo "Amigo (por no decir "oye aweonao" (se lo agradezco)), ¡voy completo!" Ahí entendí a lo que se refería: el bus no tenía asientos. Obligados a seguir esperando. En cuanto a la señora, no pasó mucho tiempo hasta que afortunadamente encontró a un conocido en camioneta quien se llevó sus cosas, pero extrañamente no la llevó a ella, a pesar de tener una cabina trasera desocupada. Pocos minutos más tarde, un camión se detuvo y se la llevó. Se despidió de mí mientras yo seguía esperando, y además trabajaba en ese precioso quemado de camionero.

To be continued...