martes, 29 de mayo de 2007

La Iglesia en Chile

Hola a mis queridos lectores. Espero que estén bien y que sigan mejor.
En esta oportunidad quería tirar unas líneas y hablarles de la Iglesia Católica, que creo que con su participación como actor relevante se está haciendo, con los tiempos que corren, innecesaria y hasta se está convirtiendo en un estorbo.

Antes de comenzar, quisiera aclarar la posición desde la que estoy hablando: yo soy cristiano, es decir, creo (por el momento, aunque nada me impide desmarcarme de esta posición ya sea por mayor conocimiento o por algún evento fuera de serie que me haga ver que estoy mal en esa posición) en la historia de Jesús y todo eso. Como ven, no sueno muy convencido, pero con lo que sí estoy convencido es que existe una fuerza superior a nosotros (a la que cómodamente llamo Dios, para adaptarla de una o de otra manera a la versión pop), que le da una especie de significado a todo esto que hacemos. Que estamos aquí para algo, que debemos entregar esto mejor de como lo encontramos y que todo pasa por algo son como mis lemas en cuanto a lo que se refiere a mi concepción metafísica de la vida, así como la creencia que tengo sobre un lugar más allá donde podremos descansar de toda esta lucha. Sin embargo, le doy espacio a la ciencia, ya que presenta hechos que son innegables. Qué digo con esto, que por ejemplo no soy creacionista, es decir, que dudo que la creación del mundo sea por gracia de Dios, ya que existe mayor evidencia del Big Bang, que de otra cosa. Eso...

Mi posición se ha formado simplemente por lo que he vivido. He decidido ser como soy por las experiencias que he tenido. Por ejemplo, he dejado de ir a misa poco después de hacer mi primera comunión, dudé de la existencia de algo luego que murió mi papá, luego me "arreglé" con ese algo, y ahora siento una presencia permanente que me hace ir por la vida sin mucho miedo a algo en particular (llámenme loco, pero por lo menos no ando caminando inseguro por mi ciudad). Esto último (y aunque no lo crean) va de la mano de mi aceptación del epicureísmo (ver wikipedia), sobre todo en lo que respecta a la muerte: cuando la muerte llega uno ya no está, así que es estúpido temer a algo que reemplaza tu existencia con una no existencia. Además, añado ciertos elementos del karma a mi vida, es decir, haz el bien y... el bien te hará? así es? bueno, pero a eso me refiero: a que si das algo bueno, algo bueno llegará (claro que hay que añadirle el factor tiempo, porque no te dicen cuándo cresta va a llegar, pero eso no es tan relevante cuando uno tiene las cosas claras... supongo).

Espero que haya quedado claro desde dónde hablo. Ahora toca hablar. Uno como consumidor de medios de comunicación, constantemente está viendo noticias donde la Iglesia Católica chilena opina y mete su cuchara en muchos temas. Encuentro que este ejercicio es válido, debido a que la Iglesia ha sido un actor relevante a lo largo de la historia, pero en general aburre ver que sus metidas de cuchara consten en más o menos lo siguiente (todo esto con voz conciliadora): "la Iglesia encuentra que esto está mal, pero pedimos una comprensión por parte de la ciudadanía y nos preguntamos qué haría Jesús en nuestro lugar, así que pedimos que la gracia de Dios sea con nosotros"... y uno queda como "¿ya y?" Un problema como la muerte de un trabajador en la Región de la Araucanía no se va a solucionar con la gracia de Dios, sino con que la justicia se mueva (ahora, si creemos que la primera generará la segunda, es válido, pero es cuestionable). Es por este tipo de comentarios que creo que la Iglesia tiene hoy en día una importancia que no se merece.

En una sociedad donde buscamos soluciones a nuestros problemas de manera racional, no nos sirve que un grupo considerado importante pueda decir cosas que en realidad no ayudan a la discusión. Que cada uno crea en lo que quiera no es puesto en duda, pero para eso está la vida privada. Si queremos creer en el becerro de oro es cosa nuestra, pero que un grupo (mayoritario aun, pero dudo de su legitimidad) diga que la gracia de Dios nos iluminará y que todo saldrá bien si somos buenos con el prójimo, no basta. El mundo como lo conocemos es más que Su voluntad y las ganas de hacer las cosas bien.

A pesar que este Estado se dice laico, creo que para realmente ser uno debemos restringir a la Iglesia al rol que la historia le ha dado, uno menor tirando a insignificante. Es decir (y poniéndome más politológico), que pierda su status de actor de veto (hola Lanolin, acá estamos cerca uno del otro, manda frutas!). El hecho que la Iglesia siga metida en un tema tan delicado como el de la pastilla del día después, alegando un supuesto derecho a la vida, claramente no se sopesa con el tipo de vida que algunos niños pueden llegar a tener. Siendo bien fríos, creo que es mejor que alguien no llegue a un lugar donde no es bienvenido, así como tampoco es bueno que llegue alguien quien no se sabe si efectivamente tendrá chances de sobrevivir al largo plazo. Creo que la discusión del momento efectivo de la concepción pasa a segundo plano cuando estamos frente a un problema tan grande como un lugar que no está preparado para hacer frente al hecho de tener que criar a un niño. Tampoco quiero decir con esto que si criamos a ese niño vamos a estar criando al gallo que me va robar la cartera (o a una mujer en todo caso), pero creo que hay que dar el derecho de tomar la decisión a quien lo requiera.

Bueno, eso opino, creo que he terminado... espero que alguien diga algo, deseo feedback.
Eso es todo por ahora, nos veremos pronto con otro pedazo de la realidad digerido por mi persona y vomitado de una manera legible (creo).
Cuídense mucho, abríguense de este frío, pero sáquense la ropa en el metro, si no morirán. Pero cuidado con los cambios de temperatura (!), que ahí pueden morir en serio. Prendan la calefacción, aunque cuidado con gastar mucho gas... o si no prenden la chimenea y mejor contaminan el aire... o la estufa a parafina, que es como lo mejor... no sé en realidad.
Chau.

sábado, 19 de mayo de 2007

Chile, país de poetas. Sí, claro...

Hola. Espero que estén bien. Yo sí lo estoy.
En esta nueva publicación (para no decir post) trato sobre nuestro país, nuestro querido país, que se llena de orgullo al tener dos escritores premiados con un Nobel de literatura, cuando creo que el mismo hecho no tiene mucha importancia más allá de ser un premio para ellos y para quedar registrados en la historia.

El antecedente de este tema (y a la vez, lo que la vincula conmigo) es el siguiente: recuerdo que en las vacaciones de verano estaba en la playa, cuando fui con mi familia a comer a un restaurant (ese día también tembló). Iba entrando, cuando vi una especie de mapa que decía: "Chile, país de poetas." Como me cuesta iniciar la máquina pensadora, inmediatamente puse en duda esta frase. Por qué lo hice en ese momento, simplemente porque creo que no es así. No estoy diciendo que mi país no tiene (o ha tenido) unos poetas extraordinarios, pero no creo que poseamos códigos genéticos especiales que nos ayuden a juntar palabras que suenan parecido al final de cada oración por medio mejor que cualquier otro grupo humano, para que seamos llamados país de.

Dejemos las cosas claras: es un orgullo contar con representantes conocidos en todo el mundo, sea en la disciplina que sea, pero no es un orgullo tener gente sobrevalorada. Realmente creo que ese es el estado de las cosas. En vez de vivir el presente, pasamos el tiempo constantemente mirando hacia atrás, admirando cómo eran las cosas antes y cómo podríamos volver a eso. La idea no es hacer eso. Recoger lo mejor de las cosas que pasaron y promover un futuro lleno de personas como las que miramos y admiramos es el imperativo para que efectivamente nuestro país llegue a ser reconocido de manera correcta como uno de poetas.

¿Por qué creo que mi país no es uno de poetas? Ahora debo probarlo. Afortunadamente, la red sirve para muchas cosas, tanto como para pervertirse, así como tambíén para encontrar cosas útiles. Es cosa de uno que decide cómo usarla. Me metí a la Wikipedia (creo haberla usado responsablemente) para darme cuenta que Chile no es nada especial dentro del contexto internacional*. Entre países que tienen 2 ó más premios Nobel de literatura, excluidos el Reino Unido y Estados Unidos (por tener una cantidad de premios que se escapa a la muestra), encontramos a: Alemania con 8 premios (82.000.000 habitantes); Austria con 2 (8M); Dinamarca con 3 (5,5M); Francia con 9 (64M); Grecia con 2 (11M); India con 2 (caleta de gente); Irlanda con 4 (4M); Italia con 6 (58M); Japón con 2 (128M); Lituania con 2 (3,5M); Noruega con 3 (4,6M); Polonia con 5 (38,5M); Rusia con 5 (142,7M); Sudáfrica con 2 (47,4M); España con 5 (40,5M); Suecia con 7 (9M); y Suiza con 2 (7,5M).

Como podemos ver, Chile es superado por muchos países, y además, ninguno de ellos se cree país de poetas. Coloqué también el número aproximado de habitantes para cada país, porque sería válido creer que debido a que en ciertos países hay más gente, el número de premios es mayor ya que se da una proporción. Sin embargo, si vemos el caso de Suecia, que posee nueve millones de habitantes y posee 7 premios Nobel de Literatura, se destruye dicho pensamiento. No ayudan al mismo los casos de Irlanda (4 premios - 4 millones de habitantes), Dinamarca (3 premios - 5,5 millones de habitantes) Noruega y Suiza. Así que dejemos de pensar eso.

Creo que esto de sentirse tan orgulloso con un par de premios Nobel de literatura (el primero para Gabriela Mistral en 1945, y el segundo para Pablo Neruda en 1971) denota una actitud típica del chileno, que va más de fondo, que es reaccionar positivamente frente a un par de victorias, totalmente válidas, pero luego le sigue un proceso de estirar dicho triunfo, asegurándose de por vida un espacio entre el Olimpo, mientras no toma en cuenta la (pequeña) variable del tiempo. El tiempo pasa, y nos vamos poniendo viejos, pero aparte de eso hace que quien no gana pase al olvido. A menos que siga ganando.

Lo que deberían causar estos triunfos, es más bien un incentivo para generar más de ellos y realmente perpetuarse en el famoso Olimpo. Está bien agradecer el talento, después de todo, nuestro país no tiene premios Nobel en otras categorías. Sin embargo, sobrevalorar a un par de personas casi a perpetuidad en vez de fijar ojos en el presente no es el ideal de un país que busca crecer, en este caso en desarrollar las artes para que sean reconocidas a nivel mundial por mucho tiempo.

Esa es mi humilde opinión. Es bueno haber escrito de nuevo, ya puedo estar nuevamente poco menos de un mes sin postear y no sentirme culpable. Nos vemos, cuídense, que les vaya lindo.
Chao.

*Otra queja podría ser que a nivel latinoamericano o sudamericano, Chile realmente destaca. Pero ¿qué son Latinoamérica y Sudamérica más que autobarreras? Yo hablo a nivel mundial.