sábado, 6 de septiembre de 2014

A la FIFA! (parte 6)

"¡Ni te explico el carrete que tendremos después de esto!" -- Iker Casillas, supuestamente.
Hola nuevamente. Yo también los extraño. Si bien quería escribir sólo una parte más con respecto a los mundiales de fútbol, terminaré escribiendo dos más, que se relacionan entre sí. Ambas tienen que ver con la temporalidad de la copa del mundo: la primera se concentra en el pasado y en los enormes cambios que ha habido a lo largo del tiempo, que me llevan a cuestionar si un torneo de la década de 1960 puede tener la misma importancia que un campeonato jugado 40 años después. Por su parte, la segunda mitad trata sobre el futuro, la importancia de lo que podría pensar la opinión pública (a través de sus acciones) sobre ser anfitrión de un mundial, cuáles son los costos de hacerlo, y qué ha cambiado en toda esta dinámica mirando hacia adelante.

Esta parte fue una de las primeras que se me ocurrió escribir, debido a que aparece muy seguido cuando uno se sienta a ver un partido. Cuando veo a un equipo como Inglaterra jugar en el mundial, no hay mucho que esperar. A pesar de brindarnos entretenimiento de vez en cuando, el precedente es bastante claro. Sin embargo, este país fue campeón mundial en 1966. De forma dudosa, sí, y en casa, seguro, pero campeón de todas maneras. Los anales (epa) de la historia colocan a Inglaterra en un grupo junto a Brasil y Alemania (verdaderos campeones de tomo y lomo) se diga lo que se diga. Pero, ¿pasa este campeonato la prueba del tiempo? ¿Tiene este triunfo la misma ponderación que, digamos, el triunfo de Argentina en 1986, o el de Francia* en 1998? Lo mismo podría decirse del Uruguay campeón en 1930 y 1950. Este equipo no ha logrado mucha más notoriedad en campeonatos actuales (más allá de esto). ¿Podemos decir que los charrúas están en el mismo grupo que Italia?

"¡Campeón, papá! ¿Dónde están las mujeres?" -- Geoff Hurst, definitivamente.
Tenemos que pensar que el tiempo, para bien o para mal, cambia las cosas, y la copa del mundo ha sido afectada por varios factores a lo largo de estos 80 y tantos años de existencia. Así, es difícil pensar que la copa de 1930 mantiene muchas semejanzas con la disputada en 2014. Veamos algunos cambios. El primero es el cambio en el juego en sí mismo, y sobre todo la evolución de los jugadores desde hombres que destacaban entre sus pares por tener un poco más de talento que el vecino en patear un balón, a atletas profesionales dedicados 100% a su trabajo y condición física. El paso de "una actividad para pasar el tiempo donde soy un poquito mejor que lo demás" a "mi profesión" en prácticamente todas las selecciones que buscan llegar a la fase final de la copa del mundo es algo que tomó tiempo. Justificadamente, ya que habían otros problemas, pero el punto es que este cambio es uno de varios que marca un antes y un después en el desarrollo del fútbol mundial, y debe tomarse en cuenta.

En segundo lugar, está el número de países participantes a lo largo del tiempo. Las copas de 1930 y 1950 tuvieron 13 participantes debido a selecciones que se bajaban a última hora, mientras que la de 1938 tuvo 15, por el "retiro" de Austria (que fue anexada por la Alemania Nazi a través del Anschluss (cosa que yo claramente sabía antes de escribir esto)). Cabe recordar que en 1942 y 1946 no hubo torneo por un pequeño evento denominado la Segunda Guerra Mundial. Luego que las cosas se estabilizaron un poco más, los torneos entre 1954 y 1974 tuvieron 16 participantes, al igual que el torneo de 1934, cuando al parecer las cosas salieron excepcionalmente bien. En 1982, las selecciones aumentaron a 24, cambio que duró hasta la copa celebrada en Estados Unidos en 1994. En Francia 1998 se implementó el cambio que se ha mantenido hasta hoy, con 32 selecciones clasificadas a la fase final.

Con menos rivales, lógicamente, hay mayores probabilidades de ganar el torneo. Esto no es malo en sí mismo, pero lo que es dudoso es cuando la comparabilidad se mantiene igual entre un torneo con 24 ó 32 países contra uno de 16, 15 y 13. Entiendo que exista el sentimiento de mantener una uniformidad en el campeonato, pero las modificaciones estructurales hacen cuestionar el peso de antiguos campeones con respecto a campeones actuales. Esto es un poco injusto para los nuevos campeones, que son comparados con equipos que la tuvieron mucho más fácil. Para intentar demostrar este punto, pongamos un ejemplo y viajemos a través del tiempo y el espacio. Si decimos que todos los campeonatos son iguales y todas las estrellas valen lo mismo, me imagino entonces que si pudiéramos hacer jugar a los planteles ganadores de Uruguay 1930 y Brasil 2014, la final sería muy difícil de predecir. ¿Creen ustedes en esa afirmación? Lo imaginé.

El siguiente punto se relaciona con la cantidad de equipos interesados en disputar el torneo a medida que avanza el tiempo. Sea por razones varias (desinformación, baja capacidad de organización, situación política, desinterés), las primeras copas del mundo prácticamente no celebraban torneos clasificatorios, y básicamente las mismas selecciones se turnaban para llegar a las instancias finales del campeonato. Uruguay e Italia dominaron las primeras cinco copas del mundo, sin demasiada competencia. Con una cantidad mayor de equipos perfectamente capaces de clasificar a una copa del mundo y hacerle partido a los grandes, sumado a un aumento de los cupos, la probabilidad de ganar una copa del mundo hoy en día, manteniendo todo lo demás constante, es aún más baja que en las ediciones inaugurales.

Año
Equipos Clasificados
Equipos Contendores
%
1930
13
13
100
1934
16
32
50
1938
15
37
40.5
1950
13
34
38.2
1954
16
45
35.6
1958
16
55
29.1
1962
16
56
28.6
1966
16
74
21.6
1970
16
75
21.3
1974
16
99
16.2
1978
16
106
15.1
1982
24
109
22
1986
24
121
19.8
1990
24
116
20.7
1994
24
141
17
1998
32
174
18.4
2002
32
199
16.1
2006
32
198
16.2
2010
32
204
15.7
2014
32
204
15.7

Otro punto que hay que mencionar es que en las primeras cinco ediciones, exceptuando quizá la de 1930, otros factores contextuales tuvieron una importancia mayor que la de realizar una verdadera fiesta del fútbol. Con esto me refiero principalmente a la existencia de un constante y tenso ambiente de guerra que permeaba el torneo. Por ejemplo, en los primeros años de la copa, Italia deseaba promover el fascismo, y ser el anfitrión en 1934 resultó ser más una plataforma para eso más que un intento de celebrar una competencia deportiva. Aun más, nadie podría efectivamente negar que pudieron haber habido presiones de parte de Benito Mussolini para que Italia fuese campeón ese año, cosa que efectivamente sucedió. Ahora, si bien yo tampoco voy a negar que hasta el día de hoy la celebración de un mundial de fútbol es también una oportunidad para obtener poder blando, la situación no es tan terrible como lo fue hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial (si quiere leer una historia interesante, busque a Matthias Sindelar en Google, o lea esto). Todo esto también tiene que importar.

Un último aspecto (aunque ya más simbólico) para considerar es que alrededor del mismo tiempo que la copa decidió invitar a más selecciones, el trofeo se cambió de la Copa Jules Rimet a la Copa Mundial (para una entretenida recopilación de la historia de los primeros mundiales y lo que pasó con la Jules Rimet, narrado por Edward Norton, vea esto). Aunque más simbólico, esto también marca un antes y un después que deja atrás un torneo con menores niveles de organización, menos compromiso por parte de las selecciones y menor seguimiento popular. La nueva copa fue la oportunidad para convertir todo el asunto en un negocio y ya no solamente en una reunión para demostrar supremacía de una forma distinta a pelear una guerra. La televisión ya estaba prácticamente establecida en todo Occidente, y la simpleza del fútbol (en tanto a reglamento como acceso) influyó para que se convirtiera en el deporte más popular del mundo. Ese cambio de paradigma también significa algo.

El símbolo de la antigua Copa del Mundo, la Copa Jules Rimet.
Estas cinco cosas (y si nos ponemos a buscar en profundidad sin duda se pueden encontrar más) evidencian que la copa del mundo que se juega hoy en día no es la copa del mundo que se jugaba hace setenta años. El mundo cambió, y el torneo se amoldó a los tiempos, tal como debió de haberlo hecho. Pero lo que tenemos que hacer todos es reconocer este hecho, adaptarnos y seguir adelante con la contextualización correcta realizada. Si bien no espero que realmente se haga algo al respecto, no sería malo que alguna vez se tirara una línea y se dijera algo como "bueno, desde el año x en adelante, vamos a catalogar a la Copa del Mundo como la Copa del Nuevo Mundo. Los triunfos anteriores cuentan desde una perspectiva histórica, pero no más desde el punto de vista competitivo. Las diferencias entre aquellos días y hoy son muy distintas para establecer comparaciones justas entre los campeones de ayer y de hoy".

Dado que estos momentos definitorios ocurrieron en tiempos distintos, hay que decidir un momento donde cortar. Si yo tuviera que tirar esa línea (una línea parece suficiente), el primer campeonato de esta nueva etapa sería el de México en 1970. A pesar que la década de 1950 marca un antes y un después con los primeros campeonatos pre-Guerra, los cinco campeonatos en esos 20 años son de transición hacia una nueva forma de ver el mundo, uno que permaneció relativamente en calma (excepto por la amenaza nuclear entre las dos potencias más grandes del mundo. Un pelo de la cola) y recién preparado para otro tipo de invasión: la de los medios de comunicación. Y, sí, es cierto, también pongo la línea ahí para restarle validez al campeonato ganado por Inglaterra en 1966. Para qué nos vamos a pisar la capa entre superhéroes.

Un pequeño pero adecuado cambio que propongo: en vez de lo que se ve, dos estrellas de color dorado (1958, 1962) para denotar el antiguo campeonato, y tres estrellas (1970, 1994, 2002) del color que la Confederação elija, para denotar los triunfos de la nueva era. Como se puede apreciar, no se quitan ni niegan triunfos, sólo se contextualizan.
La Copa del Nuevo Mundo claramente tiene muchos contrastes y mejoras respecto a la competición anterior. Pero no por eso es un torneo perfecto. La mano de FIFA ha probado ser mayoritariamente buena, sobre todo en una primera etapa. Pero aparte de las cosas que he ido proponiendo a lo largo de esta serie, mirando hacia el futuro también hay cosas que preocupan mucho. La próxima edición tratará principalmente de responder la pregunta: "¿por qué un país querría ser anfitrión de un mundial hoy en día?". Con las manifestaciones ocurridas en Brasil antes del mundial, y los problemas asociados que trae construir diez estadios de clase mundial en ciudades que probablemente no los necesitan a futuro (sobre todo cuando son países en vías al desarrollo), cabe preguntarse qué tan deseable es efectivamente que FIFA llegue a tu casa, se siente en tu sofá y te haga una oferta que no puedes rechazar.

Nos vemos en la (ahora sí) última parte. Siete es un buen número para finalizar.

* Tuve que mover esto para acá para no hacer tanto desorden. Francia '98 lo recuerdo con cariño. Aparte de que predije que ganaría Francia (la prueba está en el cuaderno de un antiguo compañero de básica), fue un buen mundial para Chile. Pero más allá de eso, es el mundial con, para mi gusto, uno de los mejores logosmascotaspresentaciones (aunque la de Estados Unidos me trae tantos recuerdos), y hasta juegos de video. ¡Nostalgia!