sábado, 30 de agosto de 2014

A la FIFA! (parte 5)

"¡Profe, mire cómo mueve su oblicuo deliberadamente para desestabilizarme!"
Hola a todos: sé que estaban esperando con ansias esta nueva parte. Los comentarios y las cartas que recibo a diario así lo demuestran. Pido disculpas, pero mi querido computador sufrió un accidente y tuvo que entrar a pabellón. El idiota de su dueño lo dejó caer desde una distancia considerable y hubo que repararlo. Pero mi mejor acompañante de este lustro (decida usted los grados de tristeza de esa afirmación: para mí no hay ninguno) está listo para uno nuevo lleno de acción y aventuras, además en una nueva ciudad.

Este capítulo se centra en algo que no es exclusivo del fútbol, pero que se ha mantenido con una innecesaria prominencia dentro de este deporte debido a la negligencia de quienes están a cargo de hacer algo para eliminar las críticas. Ese algo es el limitado uso de la tecnología tanto para lograr mejores cobros como también para combatir algunas malas prácticas dentro del campo de juego. Hoy, la tecnología nos permite contar (entre otras muchas cosas) con repeticiones instantáneas de todas las jugadas, y mientras la mayoría de los deportes más populares han abierto (con diferentes grados) un espacio para que la repetición ayude a determinar cobros dudosos, el fútbol se mantiene como el deporte popular más porfiado del mundo. Esto en parte ha permitido que algunos elementos ajenos a la sana práctica del deporte ganen una importancia inmerecida, y se conviertan en puntos de referencia válidos para quienes critican el fútbol. Así, mientras las cosas no sean mejoradas por quienes (se supone) entienden y aman al fútbol más que nadie, siempre habrán dudas respecto a su transparencia y a su lugar como el deporte más hermoso del mundo.

El uso de la tecnología en el fútbol es una discusión general, y la repetición instantánea es el elemento en particular que quiero analizar en esta oportunidad. Recientemente se han llevado a cabo algunas modificaciones dentro de la cancha, en particular respecto a la tecnología de la línea de gol. Estos cambios fueron promovidos principalmente debido a este incidente, donde Frank Lampard sigue exigiendo una explicación de por qué no validaron su gol. Escuchar al comentarista decir al final "tecnología... muchas gracias Sepp Blatter" resume todo de manera hermosa, aunque quizá el karma les devolvió la mano por su extremadamente dudoso triunfo en 1966. Pero de vuelta al punto. Después de incidentes como esos, y quizá siguiendo al tenis, se desarrolló una tecnología virtualmente no invasiva, el denominado (no sé por quién) balón inteligente. La idea de esto es determinar si la pelota pasó la línea de gol sin tener que pausar el juego , algo que se logra mediante un aviso al reloj del juez, que dice si fue gol o no.

Hay que agradecer que el problema se está enfrentando, pero gastar plata en algo que tiene el mismo efecto que el uso de la repetición instantánea (algo que ya existía hace muchos años) sólo para no utilizar a esta última es un poco ridículo. Así, paradójicamente, por el anacrónico e injustificado afán de "no alterar nada" en lo que se refiere al desarrollo de un partido, se altera el balón de fútbol, el elemento más importante del deporte. Ahora, entiendo que la alteración al balón es mínima, y que la práctica del fútbol no se ve afectada prácticamente en nada después de estos cambios, pero lo que más me asombra es que decisiones como esta se defiendan con argumentos falaces (es decir, altamente persuasivos pero falsos en su contenido). Hay dos afirmaciones que se hacen a la hora de defender la inacción y se relacionan primero a mantener el ritmo de juego al no otorgar pausas, y luego a no alterar las consecuencias del error humano, que aparentemente le dan un sabor especial al fútbol al ser "parte del juego".
"No necesitamos la repetición para mejorar los cobros. Preferimos empezar a investigar una tecnología de cero y que además involucra alterar el elemento principal del fútbol. Somos unos genios." -- FIFA.
Es verdad, el fútbol tiene su ritmo propio, y hay que agradecer que esto es así. Contrario al fútbol americano (que puede tomar pausas muy largas para determinar algunos cobros) e incluso el basketball (donde el esfuerzo de cobrar siempre lo correcto a veces va en contra del entretenimiento), el fútbol se mueve a un ritmo apasionante por 45 minutos, te da un descanso de 15, y luego vuelve a lo mismo por tres cuartos de hora. El uso de la repetición para determinar algunos cobros aparentemente echaría a perder este ritmo. ¿Es tanto así? Por supuesto, la idea no es tomarse tanto tiempo. Pero con la tecnología existente, es seguro garantizar que sólo unos segundos pueden hacer una gran diferencia entre un robo y el desarrollo justo de un partido. Tomemos el ejemplo del penal inexistente en contra de Fred en el partido inaugural de la copa del mundo Brasil 2014. Tómense un momento para ver el video.


Como vemos, luego que el árbitro cobra el penal, se consumen cerca de 30 segundos entre que el juez muestra una amarilla y los croatas se le tiran encima. Apenas el director de la transmisión manda, los telespectadores somos testigos de la jugada desde varios ángulos, convenciéndonos cada vez más del terrible cobro. Los segundos que toma esto son no más de 15, más que suficientes para que alguien sople al oído del árbitro "no es penal" en el campo de juego. O sea, si el juez hubiese permitido que el juego continuara, hubiese tenido una respuesta definitiva en menos de un minuto, y se hubiese ahorrado un montón de malos ratos. Después de todo la regla de retrotraer (¿es esa una palabra? Resulta que ) el juego para cobrar una falta ya existe, así que no tiene nada de malo irse a la segura no cobrando nada para esperar el veredicto de la central. Como vemos, no es necesario pausar el juego ni alterar el ritmo de nada.

Para completar la historia, hagamos un pequeño viaje y vámonos al universo paralelo donde sí fue penal pero éste no se cobró, debido a que todos confían en que la repetición brindará respuestas definitivas en breve. Lo más probable es que haya ocurrido lo siguiente: Ćorluka despeja el balón, Fred se sacude la vergüenza y Brasil planea otro ataque. Como el poder ofensivo de Fred equivale al del aerosol que el juez trae consigo (para, literalmente, rayar la cancha) la pelota probablemente habría terminado en las manos de Pletikosa. Esto pudo haber tomado entre 20 y 60 segundos. Allí, el colegiado pudo haber dicho "¿saben qué? La acción anterior fue penal y Gonzalo Ramírez Dejan Lovren se merece una tarjeta amarilla" y hubiésemos tenido el cobro justo sin el desastre que vimos en este universo.

El otro gran argumento en contra de intrometerse en exceso en el desarrollo de un partido de fútbol es el considerar al error humano como un aspecto positivo, porque "es parte del juego". Aunque un piloto de avión probablemente recomendaría en contra de permitir la existencia del error humano, aparentemente dejar todo en manos de cuatro (¿o cinco? ¿o seis?) árbitros le da una sazón extra al proceder de un partido de fútbol. Pero, pensemos: ¿qué tan cierto es eso? A mí no me gusta nada cuando un cobro es injusto, y más me molesta sabiendo que existen todas las herramientas para determinar si el cobro es correcto o no. Saliéndonos del ámbito del fútbol y pensando en situaciones cotidianas, no me parece que una decisión burocrática que beneficia a algunos pero afecta a otros y que involucra sólo un error humano sea una situación que genere el comentario "ah, bueno, ¡es parte de la sazón de la vida!", ¿verdad? Pero aun así, deliberadamente aceptamos que dentro de la cancha no se decida de manera justa, a pesar de que todos quedamos incrédulos mientras vemos la repetición de tamaños errores. Jamás me voy a convencer que la injusticia pueda ser blindada por un sentimiento de conformidad, denominado "sazón".

El fútbol ya tiene bastante emoción y es suficientemente placentero por sí mismo para que necesitemos que cobros dudosos alteren el destino de equipos para siempre. Y el hecho que esto haya sido "parte del juego" por generaciones no necesariamente significa que tenemos que permitir que lo siga siendo para siempre. Si a una persona le encuentran un tumor maligno, dudo mucho que su respuesta a esta afirmación sea "¡bueno, es parte de mi cuerpo!" y se retire a morir lentamente a su casa. Las cosas son perfectibles, y para eso estamos nosotros. La alternativa es conformarse con lo que hay y lo que tenemos, pero eso es francamente inaceptable.

Así, y de manera indirecta, ser tan pusilánime en el uso de la repetición instantánea tiene dos consecuencias que afectan tanto la imagen como el desarrollo del fútbol. En primer lugar, está la excesiva e innecesaria mala fama de los árbitros. Todos sabemos de alguna historia donde el árbitro se hizo excesivamente popular debido a alguna mala decisión (viendo esta acción de nuevo, no sé si no es penal), o alguna no-decisión. En el mismo caso de Brasil-Croacia, Yuichi Nishimura se hizo de una fama innecesaria y enfrentó presiones que bajo otras circunstancias (como, no sé, por ejemplo EN UN MUNDO DONDE SÍ SE USE LA REPETICIÓN INSTANTÁNEA EN LOS PARTIDOS) no hubiese tenido que sufrir. Entonces, ¿para qué sufrir más de lo debido? El juez es la figura central a la hora de administrar justicia dentro del campo de juego, pero como están las cosas hoy, no siempre tiene la razón. ¿Qué tal si le damos la razón en absolutamente todas las jugadas a través de una tecnología que ya existe y que puede no ser tan invasiva como muchos creen porque se van al extremo? ¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?

La segunda consecuencia negativa de la inacción en este sentido es el aumento del truco barato para impresionar al árbitro y hacerlo cobrar cosas que beneficien al equipo que exagera. Desde cosas pequeñas hasta circos completos, los jugadores arman su propio teatro para lograr algún cobro favorable del juez del encuentro. Lo realmente triste es que a veces triunfan, dejando mal al deporte y perpetuando el uso de acciones como esa, al no existir castigo alguno una vez el partido termina. Eliminar los incentivos para actuar así es la forma más potente de erradicar este comportamiento. Esto se logra teniendo un juez con mayor presencia, pero no por acción propia, sino por decisiones consensuadas que sean apoyadas por evidencia. ¿Cómo se logra esto? Pues utilizando la tecnología, ya disponible hace mucho tiempo, a su favor.

Si bien mi punto principal es que usar la tecnología durante el partido ayudaría tremendamente, también sería bueno utilizarla para sancionar después del hecho. Como la gente tiende a aprovecharse de la nobleza de los demás cuando nadie les cobra cuentas, es importante que las reglas sean explícitas a la hora de determinar sanciones a quienes se aprovechen. En el gif de más abajo, si Rivaldo supiera que existe un partido de suspensión por simular, probablemente habría pensado dos veces antes de hacer lo que hace luego de recibir un pelotazo (que, obviamente, no debió de haber recibido. Aunque se escapa del punto, hago la aclaración igual. Uno nunca sabe). Pero como no hay mecanismos que castiguen ese comportamiento que se ve tan ridículo una vez los ánimos se calman, se generan este tipo de situaciones (que quedan mucho mejor (¿peor?) con Yakety Sax, a todo esto) que empañan a este deporte tan lindo.

Y el Oscar va para... ¡Rivaldo!
Como podemos ver, esperar una decisión informada que sirva tanto de contrapeso como también de confirmación para el criterio referil en realidad no toma mucho tiempo. Y sólo podemos esperar que estas decisiones sean aún más rápidas en el futuro. Creo haber demostrado que confiar en la repetición instantánea no altera el ritmo de juego de manera trascendental, y también creo haber demostrado que el error humano es un factor más bien indeseable en cualquier cosa (excepto, quizá, en ser humanos), y en el fútbol no es la excepción. Al mismo tiempo, tener mayor autoridad sobre lo que ocurre dentro del campo de juego sirve como un control explícito a la dudosa conducta de algunos jugadores, que aprovechando la falta de mecanismos que los sancionen por jugar sucio, pues, juegan sucio. Como los costos de actuar así son casi inexistentes pero los beneficios son potencialmente muy altos, algunos jugadores toman este camino.

Si bien Sepp Blatter ha dejado entrever que podrían haber cambios en el uso de la repetición dentro de los partidos de fútbol, que pueden tomar la dirección que apunta esta publicación, no se dieron fechas concretas. Y bueno, hay que tener cuidado con las cosas que alguien de la FIFA dice, porque pueden ser solamente para ganarse al público y tener cero consecuencias reales. Después de todo, por algo estamos donde estamos, y por algo hay espacio, tiempo y oportunidad para escribir sobre esto.

Creo que me queda por discutir una sola cosa, y es la historia de los mundiales en general. Quiero centrarme en los cambios que han habido en el deporte y en la importancia del mundial a lo largo de estas 20 ediciones en los últimos 84 años. Así, hay un momento en la historia donde las cosas cambiaron para no mirar atrás, y probablemente el peso de ganar un mundial hoy es distinto a haberlo ganado en 1938, por ejemplo.

Gracias por leer, y será hasta la próxima.